Helsinki, una capital con dos caras: ¿Verano o invierno en Helsinki?

Sinuhé el Egipcio de Mika Waltari no deja de ser el relato de un hombre sensible y solitario
Decía Mika Waltari, probablemente uno de los autores finlandeses más reconocidos, que «la soledad hace sensible, no extranjero al otro».
Mika Waltari, un finlandés solitario… como todos
Finlandia es en general, por lo tanto, un país de gente sensible y solitaria. Se calcula que el país tiene actualmente una densidad de población de alrededor de 17-18 habitantes por kilómetro cuadrado (el Estado menos densamente poblado de la UE), lo que contrasta notablemente con los 93 ciudadanos por km2 de España, los 65 de México, los 57 de Panamá, o los 43 de Colombia. Es por ello que, ni siquiera su capital, a pesar de recibir cada año más visitantes que toda la región de Laponia, tiene apenas problemas por el turismo de masas.
Las dos caras de la capital, Helsinki
Por encima de su agradable número de habitantes y de sus cuantiosos monumentos (sobre los que sin duda hablaremos, largo y tendido, en próximos artículos), los grandes atractivos de Helsinki (además de los que vimos en Razones para amar Helsinki) pueden ser:
- Una gran sensación de seguridad.
- Buenas infraestructuras.
- Su sociedad políglota.
- La naturaleza verde y pura
- Su frescura.
- En general, sus excelentes condiciones para el turismo cultural.
La ciudad envuelve todas estas cualidades en un decorado sorprendente y que ha logrado una síntesis arquitectónica única en el mundo, que demuestra que Helsinki es verdaderamente una capital con dos caras. A caballo entre dos mundos enfrentados, se puede realizar un trayecto entre oriente y occidente, la modernidad y la tradición, el pasado y el futuro. No en vano Finlandia fue, durante el larguísimo mandato del presidente Kekkonen, la rara avis de la guerra fría: uno de los pocos países (quizá el más destacado) con capacidad para mantener buenas relaciones con los dos bloques del telón de acero.
Recorrer las calles de Kaivokatu, frente a la estación de Rauttatientori, o dar un paseo por Mannerheimintie en dirección al mar, ofrece la oportunidad de contemplar al menos dos o tres monolíticos bloques de edificios de evidente inspiración jruschovki, pero engalanados con neones y anuncios comerciales, como los de las galerías de Sokos o Forum, entre otros.
También, en el poco turístico barrio de Pasila, entre viviendas racionalistas y funcionales estaciones de tren, es posible encontrar un diminuto pero muy hermoso grupo de casas tradicionales de madera de colores, oculto tras la gran y moderna comisaría de ladrillo del distrito.
Estas dos caras de la ciudad se reflejan incluso en sus dos magníficas catedrales (a apenas unos pasos de distancia una de la otra):
- Helsingin Tuomiokirkko, símbolo blanco de la ciudad luterana.
- Uspenskin Katedraali, la gran iglesia ortodoxa de color ojo de Helsinki.
El invierno en Helsinki
Esta dualidad de caras de la ciudad tiene reflejo incluso en su estacionalidad. Si bien en Finlandia aun se distinguen cuatro estaciones muy diferenciadas, Helsinki parece cobrar su mayor esplendor en dos de ellas: invierno y verano.
La importancia de Helsinki como destino turístico de invierno no hace más que crecer a lo largo de los años. Si bien carece todavía del atractivo salvaje de Laponia (en Helsinki no es tan típico practicar, por ejemplo, el esquí, el snowboard, las carreras en trineos de perro o de motonieve como en el norte), tiene un buen puñado de actividades, dulces típicos, villancicos y costumbres navideñas únicas, sobre las que profundizaremos en un artículo monográfico el próximo mes (cuando nos acerquemos a dichas fechas).
Baste por el momento enumerar algunas tradiciones como:
- La predicción del año entrante con la fundición de herraduras
- Los fuegos artificiales.
- El juego de tazas al revés.
- El festival de rock anual de Helldone.
- La cuenta atrás en el reloj de la Helsingin Tuomiokirkko de Senaatintori, que se asemeja a nuestras uvas en la Puerta del Sol, pero al estilo finlandés.
- El glögi, un popular vino caliente especiado.
- El pikkujoulu, la celebración prenavideña de la amistad por excelencia.
El verano en Helsinki
El verano es en cambio la época de los largos días sin apenas noche, de las bicicletas, las saunas al aire libre, de las hogueras de Juhannus (San Juan), de las playas y los barcos, de los mosquitos y de las interminables fiestas.
En esta estación florece la naturaleza y sus gentes, y se puede respirar un aroma de alegría y regocijo que en poco se parece a cualquier otra época del año. Si bien todos tenemos en mente la Finlandia de los bosques nevados y los lagos helados, merece mucho la pena acercarse también a disfrutar de los festivales de verano. Esta estación permite disfrutar, por ejemplo, de:
- Las locas competiciones de lanzamiento de móviles o de air guitar.
- Las cabañas de madera.
- Los verdes parques.
- Los picnics silvestres.
- El mölkki, un juego de madera similar a los bolos que se juega usualmente al aire libre.
Si se tiene suerte, es posible incluso ver auroras boreales en esta estación. Aunque son más típicas en otras épocas del año, en verano es posible también verlas al estar los cielos despejados.
Por último, esta época nos permite contemplar un extrañísimo (aunque no inédito) fenómeno: ver pájaros borrachos.

Tomando aire para un control de alcoholemia
Tal y como me contaron unos buenos amigos finlandeses, en Helsinki (sea en verano o invierno) todo el mundo se emborracha, incluidas las aves. Pero esto tiene una explicación. Existe en la ciudad unas bayas que, al calor del sol, se fermentan produciendo un alcohol al que algunos pájaros no pueden resistirse. No es de extrañar, por lo tanto, que en Espoo (una de las ciudades dormitorio de Helsinki) sea posible ver el único centro comercial de Ikea del mundo pintado de blanco en vez de azul. Los animalistas aseguraban que las aves de la zona podían confundir el color de sus paredes con el cielo y acabar colisionando. Ahora podemos entender quizá el por qué.
Helsinki, una capital con dos caras. Perfecta para ir y regresar
Sea en invierno o en verano, por sus zonas verdes o costeras, en el campo o en la ciudad, Helsinki es una ciudad que deberás visitar al menos dos veces para poder comenzar a entenderla.
Como decía Juanjo Galán sobre el escritor Arto Paasilinna, «la pluma de Paasilinna es capaz de dar brochazos de alegría y optimismo mientras radiografía asuntos profundos que acechan al ser humano contemporáneo, como la desesperación, la monotonía, la marginación o la crueldad de nuestros propios congéneres».
Así, las dos caras de Helsinki también son distintas y dispares: unas veces como el helado mar del invierno, otras como el eterno sol de su cálido verano.
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